Reflexiones Sobre "La Identidad Cultural"


Discursos sobre “nosotros”: reflexiones sobre la identidad cultural

Autor: Gustavo Olivo Peña  | 9 de enero de 2012

SANTO DOMINGO, República Dominicana. -El concepto de identidad es uno de los más debatidos dentro de las ciencias sociales en los últimos años. Este creciente interés sobre la identidad se relaciona con los acelerados procesos de globalización y la caída de cánones muy arraigados, frente a los que aparece, intentando demarcar los límites de lo diferente en oposición a lo “extranjero”, a “lo invasivo”.

Fruto del desarrollo tecnológico de los medios de comunicación, las migraciones y el turismo, en las últimas décadas han aumentado la cantidad de símbolos de diferentes culturas que transitan en las sociedades actuales.

Esta situación incrementa en el sujeto la necesidad de ubicarse, en tanto actor social y cultural. Los demás, “el otro” es el punto de referencia, lo que nos mostrará lo que somos. Aunque esto siempre será un ideal, un discurso como se verá más adelante.

En el debate actual se derrumba el concepto de identidad única y se presta especial atención a las diversidades culturales. Se plantea no una identidad homogénea, impulsada por la creación de los estados nacionales en el siglo XIX, sino que se admite la existencia de “identidades” ostentadas por diferentes grupos sociales.

Las identidades se basan en las descripciones del “yo”, relatos construidos de idealizaciones de la historia y tradiciones, que para Ricouer también implica devenir; un futuro que se construye conjuntamente con la narración

Esta postura motiva el rechazo al etnocentrismo. Sin embargo, esto no significa que se ignoren las diferencias, entre grupos sociales. Al contrario, la identidad necesita de la diferencia para constituirse.

La construcción de la identidad es un proceso en el cual el sujeto se responde a preguntas sobre sí y su lugar en el mundo. Pero la discusión que nos atañe no es si el sujeto logra el conocimiento sobre sí, o menos aún si ese conocimiento es parte de la realidad o una porción, sino que se asume la práctica discursiva como el foco de atención para entender la trama de la identidad.

Como parte de los hilos que la forman, aparece la identificación, que desde una perspectiva psicoanalítica es una adhesión emocional a otro, de quien se crean imágenes idealizadas. Pero también es una elección opuesta a las otras posibles identificaciones que se abandonan. Lo que quiere decir que el apego emocional suscitado por la identificación involucra afirmaciones y negaciones del yo.

Armar relatos, es una de las capacidades fundamentales de los seres humanos. La narrativa, entonces, es más que un género literario. Narrar el ‘yo’ incesantemente, es un mecanismo ofrecido por la cultura, a la vez que la crea y nos otorga seguridad, organiza la vida.

Considero importante destacar el relato como estabilizador del ser humano. Me refiero a la manera como colabora a crear anclajes en el mundo. La idea del álter ego utilizada por Leonor Arfuch, socióloga argentina, para explicar este proceso inacabable, podría resultar más esclarecedora.

Un sujeto se identifica con una ‘idea’ de sí, un personaje que desea ser. El relato permite atravesar de la ensoñación del personaje hasta convertirse en él. Sin duda, este acto adquiere lapsos hedonísticos, pero es en el relacionamiento que toma legitimidad para el sujeto, al mismo tiempo que el relato autobiográfico indefectiblemente se sitúa en un contexto comunal. Es decir, el que habla de sí siempre tiene una historia ligada a unas relaciones parentales.

Un giro hacia lo colectivo implicaría que un grupo social selecciona elementos simbólicos para asemejarse al ideal con el cual se identifica. A la vez rechaza los que vincula a otro al cual ha desestimado como objeto de identificación, misma que no es estática, como afirma Stuart Hall, eminente sociólogo jamaicano: “Están sujetas a una historización radical, y en un constante proceso de cambio y transformación”. Alteraciones que están siendo afectadas por la globalización y las migraciones masivas en diferentes partes del mundo.

Las identidades se basan en las descripciones del “yo”, relatos construidos de idealizaciones de la historia y tradiciones, que para Ricouer también implica devenir; un futuro que se construye conjuntamente con la narración.

Empero, su carácter fantasioso, las identidades ostentan un poder importante en lo social y político. Por ello más que la expresión de una mismidad, demarca fronteras distintivas. Para Arfuch, la importancia trascendental del relato, está en “la forma por excelencia de la estructuración de la vida y por ende de la identidad, a la hipótesis de que existe, entre la actividad de contar una historia y el carácter temporal de la experiencia humana, una correlación que no es puramente accidental, sino que presenta una forma de necesidad ‘transcultural’.

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